¿Saber el futuro tendrá alguna utilidad en nuestra realidad moderna?

Antes que nada quiero mencionar que el fin de este artículo no es refutar milenios de conocimiento y práctica astrológica cuyos fundamentos nos dan hoy la posibilidad de entender este lenguaje simbólico de una manera clara y precisa.

Sin embargo, todo evoluciona, las ideas y formas de vida cambian, así como la cosmovisión del mundo que tienen las sociedades. Es por esto que, en el marco de la reflexión existencial moderna, el determinismo religioso, astrológico, moral y político propio de las viejas estructuras cada vez tiene menos sentido para el progreso hacia lo que será la era de acuario en un poco más de un siglo y cuyos efectos ya vemos muy presentes en nuestra realidad de hoy en día.

En este artículo discutiré algunas ideas sobre el futuro, nuestro libre albedrío y cómo esto ha cambiado a lo largo del tiempo. Después de presentados estos argumentos, contestaré a la pregunta que da título a este artículo.

Las religiones monoteístas y su influencia en la práctica astrológica antigua

Ciertamente es un tema bastante interesante y convendría tratarlo algún día en un artículo, con fuentes de investigación precisas sobre la influencia de estas religiones en la astrología, pero por ahora brevemente hablaremos sobre cómo el determinismo ha influido a lo largo de los siglos en la teoría y práctica astrológica.

Pero, en primer lugar, ¿Qué es el determinismo? El determinismo se refiere al concepto de la carencia de libertad del ser humano para elegir y que todo ya está predestinado. Las religiones lo manejan como la “voluntad de dios”. En la Edad Media, el ser humano solo era un ser dependiente de los designios de dios y no había en él voluntad alguna, sino solo la de dios, pensar lo contrario era sinónimo de soberbia, o peor, de herejía.

La astrología en ese contexto histórico tampoco podía ir más allá de eso incorporando, en consecuencia, creencias del monoteísmo. Por esta razón, la astrología tradicional incluso hoy en día, cita términos como “maléfico”, “benéfico”. Es decir, ciertas posiciones benefician y traen “suerte” y otras traen “desgracias”.

¿Pero cómo esto no se puede encajar con nuestra realidad moderna? Es muy sencillo. Por ejemplo, Saturno en casa 12 representaba para un individuo de la Edad Media enfermedades, pérdidas, restricciones, pero por las condiciones de aquella época estos retrasos naturales de Saturno podían ocasionar la muerte, pensemos que en la Edad Media la práctica médica casi nunca garantizaba la mejora de la salud de los enfermos y los medicamentos no existían por lo que los retrasos de Saturno podían verse como algo muy pero muy maléfico.

Pero hoy en día los retrasos de Saturno pueden superarse fácilmente en la mayoría de los casos. La realidad de hoy en día, de algunos (puede ser que de otros no tanto) suele ser más amable y menos violenta que como lo era en la Edad Media y un Saturno en 12 nos enseñará lecciones de responsabilidad, renuncia, disciplina, madurez a través de situaciones que no controlamos y que vienen del inconsciente, pero con la autoevaluación pertinente, el tratamiento adecuado y la fortaleza necesaria, todo eso se puede superar, entonces es cuando lo “maléfico” deja de tener sentido.

Nuestra realidad se compone de dos variantes: nuestro destino y nuestras acciones

Sería engañoso o ingenuo afirmar que nosotros somos dueños 100% de lo que ocurre en nuestra vida y que no existen ciertos sucesos que de algún modo ya están marcados en nuestra historia de vida desde el nacimiento, pero la realidad es que hemos nacido a una hora determinada, un día y en un lugar determinado por una razón y es ahí donde comienza a correr ese reloj de “ciclos” que representan nuestras etapas, acontecimientos concretos y también situaciones que enfrentaremos, de esas que muchas veces nosotros (conscientemente) no elegimos.

Pero el que exista eso, no quiere decir que nosotros no tengamos la libertad de elegir qué hacer con ello que nos manda la vida, cómo incorporarlo, qué aprender de ello, o incluso muchas veces, cómo cambiarlo, porque muchas veces tenemos la posibilidad de cambiar ciertas partes de nuestro destino ya que el poder de nuestras acciones es real, porque, a modo de ejemplo, seguramente el empresario más exitoso podrá tener en la casa 2 (de dinero) panetas mal aspectados que a vista tradicional indica “ruina” o “no abundancia económica” pero en algunos casos la persona puede haber detectado las malas situaciones, hábitos, problemas que representan esos planetas, signos, etc. incluso sin saber astrología por supuesto, y finalmente lograr justamente lo contrario que la carta de natal marca, que en el caso de este ejemplo, sería la abundancia económica.

Para la realidad de la Antigüedad o de la Edad Media era inconcebible que el ser humano tuviese capacidad para cambiar algo en su vida, pero, ¿hoy en día podemos afirmar lo mismo?

La concepción de que no tenemos el poder de cambiar o decidir sobre ciertas circunstancias de nuestra vida cada vez va teniendo menos sentido para la realidad de nuestro contexto actual.

En la Antigüedad, la Edad Media, las posibilidades eran muy escasas, en cualquier aspecto, la salud, la educación, etc. Si eras hijo de un campesino, eso es lo que debías ser, no había otra opción; una enfermedad congénita de nacimiento era motivo de desgracia y sinónimo de rechazo social; los “sueños” no existían más que en la literatura y las historias. El matrimonio era arreglado, el divorcio inconcebible, pero todo eso hoy en día no es así.

Hoy en día si nos casamos y no fue lo que esperábamos, sin problema alguno podemos divorciarnos, en aquel momento la esposa o el marido eran para toda la vida simplemente era inconcebible la separación; hoy podemos (por lo menos) aspirar al ascenso social, la búsqueda de una vocación que nos llene, también podemos dejar ese trabajo que no nos llena y abrir un negocio. Las posibilidades de hoy en día son mucho mayores que en la Edad Media.

Ahora, después de todo esto, ¿vale la pena realmente saber el futuro?

Los oráculos siempre existieron y seguirán existiendo pues la curiosidad humana siempre estará ahí y eso no se podrá evitar. Pero ¿es eso responsable y maduro? No. Desde mi punto de vista no lo es. La primera de las razones es porque ¿de qué sirve que te cuenten la película y no mejor verla, o en este caso, vivirla por ti mismo? Como ya dije hay situaciones que ya están predestinadas que van a pasar y con las técnicas predictivas adecuadas podemos darnos una idea de ellas, pero si ya sabes todo lo que te va a pasar ¿Qué sentido tiene la vida?, ¿Qué necesidad hay de cambiar o mejorar algo si así será porque el oráculo en cuestión lo dijo?

Eso para la concepción medieval tenía todo el sentido del mundo, ir a un astrólogo, adivino, etc. a que te dijera qué te había tocado vivir en esta vida, o qué esperaría en tu futuro por la misma idea del determinismo religioso, pero para nosotros, ¿tendrá eso sentido cuando vivimos en un tiempo en el que tenemos infinidad de posibilidades para decidir sobre nuestro presente y cambiar ciertas situaciones que se presentan en nuestra vida?

Creo que no. Por lo menos no a detalle, ni mucho menos obsesionarse con eso. Porque con esa obsesión con el futuro solo logramos no centrarnos en lo único que sí podemos cambiar: nuestro presente.

Qué sí es pertinente saber sobre el futuro y cómo interactuar con él de forma “sana”

Escribiendo el subtítulo de esta sección me acaba de venir la idea de hacer un artículo para hablar sobre este tema.

Pensar todo el tiempo en el futuro y concebir las influencias astrológicas como factores determinantes es la forma no “sana” de lidiar con el futuro porque nos hace creer que no hay capacidad en nosotros para cambiar eso y nos hace perder el foco del presente que es lo importante.

Sin embargo, existen modos de estar preparado ante el futuro de una manera más responsable porque la idea es siempre buscar una proyección a corto plazo, por ejemplo, informándonos sobre tránsitos anuales, o revisando cada año nuestra revolución solar. También sería importante saber cuándo tendremos retornos planetarios. De este modo ya sabremos qué acontecimientos pueden venir en qué momento y podremos adaptarnos de forma inteligente y estratégica a los acontecimientos que se presenten en un periodo determinado de nuestra vida.

La idea de la proyección a corto plazo es clave. Se trata de practicidad. Mientras más cerca a mi presente esté ese futuro, más posibilidades tengo de incidir en él. Pero, ¿de qué sirve que ahora me preocupe por los tránsitos que ocurrirán dentro de 5 o 10 años si no puedo hacer nada por ello?, incluso, ¿de qué me sirve saber que en 15 años tendré un accidente y mi vida correrá peligro o incluso que moriré? Ta vez en muchos casos solo sirve para desanimarme, para programarme que voy a morir en 15 años, por lo que yo mismo de forma inconsciente lo voy a propiciar aún más.

CUIDADO.

Aquí sí es como en las películas o series de viajes en el tiempo: una mínima influencia sobre la línea temporal, cambia toda la historia. Saber mucho sobre el futuro puede resultar contraproducente para el desarrollo normal de este.

Lo más responsable es incidir en nuestro presente para prepararnos par lo que la vida nos tiene preparados. Así la astrología nos servirá para el cambio y la evolución y no para el estancamiento y la involución.

Si tienes alguna pregunta, inquietud o tienes otro punto de vista, puedes compartirlo en los comentarios.

Calcula tu carta natal GRATIS

Recibe gratuitamente audios de interpretación de tu sol, luna y ascendente

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *